"Regresa a casa, llegó la hora de la verdad. Empieza a escribir, es el final de los sueños dorados y el viaje del deseo. Utiliza la técnica correcta para describir y escribe una bella novela: el comienzo, el desarrollo, el clímax y el final del relato. Aplica tu ingenio, deja que exploten tus sentimientos tal y como cuando el mejor cantante del planeta canta a todo pulmón en la cima del mundo". Wei Hui Zhou.
Desahogo.
Las palabras llenas de secretos callan, siendo devoradas por las ondas, a leguas, al impactar contra la solidez de la habitación; pecados y secretos ocultos entre los rincones, y estos, siendo testigos, son poco a poco envueltos por la neblina gris como castigo a su silencio.
Gritos estrangulados y lloros suplicantes, con su abstracción, cobran vida propia cuya intención será la de imponerse, y con su ruido ensordecedor desatarán una lucha de cansancio y victoria. Atrayendo la locura y los remordimientos inexistentes en tiempos pasados.
Una voz que se expande y suspende en ese instante.
Galabatelos sueños momentáneamente fuera del alcance; sueños del camino creado por pasos desconocidos y haces de luces, apenas perceptibles, iluminando el sendero. Perdición entre gente que baila y canta sobre la bella infancia, sobre la bella vida, sobre una juventud despreocupada y desarraigada.
Esto es sólo así, son solo sueños, únicas utopias enfermizas, y no, no, no, no... No tienen lugar en una realidad monótona y aburrida, estable por el momento y siempre la misma.
Pensamientos sobre el anochecer y juegos de actos repetitivos e irritantes. Miles de cuestiones y preguntas, frases y párrafos y respuestas quedan cada año tatuados por el fuego incandescente sobre la piel e nuestra memoria.
Yo.
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