Laberinto.

Buscando aquello con lo que pueda identificarme... Internada momentaneamente en un tedioso y abrumador laberinto, tan insoportable y deprimente, y periódico como torturador... Tan verde como el mismísimo musgo adheriado a las paredes, actuando como si la tristeza se tratara, áspera pero palpable al tacto; y tan ahogado en niebla blanca, cegándote con el ambiente apenas nítido, favoreciendo a la melancolía y el extravío ante lo que intentas encontrar. Dificultando posibilidad alguna de sentir la felicidad, y con la soledad aumenta el pesimismo... acompañándote con las raíces crecientes que te rodean y se deslizan hacia tus talones, sintiendo la presión que ejercen sobre tu cuerpo y tirando con fuerza hacia atrás, retrocediendo, luchando pero consumiendo tu optimismo; y el silencio interrumpido por tus propios pasos, aquel caminar determinante en un primer momento, pero que con el pasar del tiempo los segundos entre cada avance se alargan, te demuestran el desesperante aislamiento. El oxígeno deja de ser el capricho de tus pulmones, porque no es suficiente para tu organismo el estar respirando en un estado tan lamentable y desmoralizador. Llega el momento en el que te asfixias por la unidad formada a tu alrededor, por las paredes... que poco a poco se estrechan a tus costados, empequeñeciendo los caminos e impidiéndote avanzar... la niebla y exhalaciones salidas de tu garganta se compenetran para adquirir la forma de tus sentimientos y pensamientos, de aquella tristeza, aquello que más temes y con lo que en algún momento tendrás que luchar o, tal vez, por sí solo, desaparecerá.

Nunca sabré a lo que me llevará el siguiente paso, pero el frío protagoniza cada milésima de segundo vivida en estas repetitivas paredes; y la sonrisa falsa como una pequeña máscara realizable cada día al encontrarme con los mismos ladrillos que componen el suelo por el que ando, y aquella alegría emitida, pero que no me atreviesa, ni llega a las profundidades de mi ser, pero es como el buen humor patente que se puede salvar en mí... ya que la vida solo resta a seguir andando y caminando, girando a la izquierda para equivocarte, tomando la derecha para repetir el mismo acto, y seguir directa hacia delante durante los viente primeros pasos para tropezar, caer y al levantarse continuar con el camino que piensas ser el acertado. Y lo será, probablemente, y quizás no, porque siempre habrá algo falso, algo frío.

Yo.

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